dejavu

30 abr 2010

CaMiNaNdO SoLa

Recuerdo que era la noche mas fría y sola que sentía después de haber conocido a Javier, un chico tímidamente tierno y romántico.

En ese momento mientras caminaba sobre las calzadas de aquellas angostas calles, donde tantas veces habíamos caminado juntos, me sentía totalmente desubicada, sin rumbo que seguir, pues siempre era él el que decía vamos por tal calle y simplemente seguíamos de un lado a otro de la mano como dos locos enamorados que todos quedaban mirando al pasar, nos veían tan extraños, como si ellos nunca hubiesen pasado por esa etapa…

Hacia tanto tiempo que no caminaba sola, que la verdad no recordaba desde cuando, creo que desde que nos conocimos, pero lo que si recordaba claramente era que cuando iniciamos nuestra amistad le dije “tengo tanto miedo de acostumbrarme a ti y al final sin darme cuenta justo eso paso. Ahora no sabía cómo caminar sin ti. Te veías como un niño enamorado y más cuando decías: “Elisa – amor te quiero, quiero estar contigo para siempre y casarnos. Esas palabras a veces me parecían muy serias para un chico de 24 años, pero mi corazón sabia cuan enamorado estaba a pesar del poco tiempo que nos conocíamos.

Creo que más que creer en coincidencias era una simple casualidad, que nos llevo a escribir esta historia. Todo surgió tan rápido y aunque ninguno de los dos lo planeo de pronto un día san valentiano me encontraba ahí dispuesta a conocer a un total desconocido. Mientras las parejas disfrutaban de ese gran día romántico con globos y flores que muchas veces me parecían cursis, mientras que otros celebraran el día de la amistad. Yo había decidido quedarme en casa a ver películas toda la tarde y cuando de pronto apareciste tu con una repentina cita “porque no nos conocemos dijiste” y sin la menor explicación posible dije que sí.

Eran las seis y media casi el tiempo de espera había llegado al límite y pensé porque tuve que aceptar, quizá no llegara y cuando de pronto estaba dando los siguientes pasos para retirarme del lugar aquella muy concurrida plazuela apareciste con una sonrisa que no sé si me cautivo, pero si me pareció muy tierna, y tus ojos me causaron tanta ternura que no tuve otra opción que escuchar tus explicaciones, caminamos mucho como lo dije al inicio del relato y es que a pesar de haber vivido mucho en esta ciudad no conocía tantas de las muchas calles por las que siempre pasamos, pero yo soy de las personas que creen que “nunca terminas por conocer a alguien por completo”, así que imagino si habrá alguien que conoce hasta el último rincón de su ciudad.

He aprendido que las cosas más simples y a veces las que menos importancia le damos son las que más recordamos cuando alguien se marcha, como quien dice “nadie sabe lo que tienen hasta que lo pierde”.

Han pasado recién 2 días y siento que es ya más de una semana que estas lejos, noto tu ausencia y comienzo a extrañarte, solo me queda recordar nuestros momentos juntos y tratar de revivirlos ahora que no estás.
Llegue por fin a la plazuela donde siempre nos sentábamos a conversar y ahora me parecía tan diferente el lugar, que decidí seguir caminando sin dirección fija. Miraba a las parejas que pasaban por el lugar y sentía tanta nostalgia de que no estés a mi lado, pero sabía que pronto volverías a pesar de que el tiempo parecía no seguir su curso...

Cada momento que habíamos vivido venia a mi mente como ráfagas de viento y una sonrisa brotaba de mi rostro, y al mismo tiempo sentía tanto temor de que no regresaras, pero mi corazón sabía que tu retorno estaba próximo, cuando de pronto la llamada esperada llego.
- Hola princesa, ¿como estas?
Después de una pequeña y rápida conversación con muchos te extraños y te quiero. Dijo lo que tanto anhelaba escuchar: “Elisa quiero verte, podemos vernos en una hora”.

A lo que de inmediato acepte. Me vestí apresuradamente y llegue creo que con quince minutos de anticipación, empecé a caminar pensando en cuanto lo había extraño.
Cuando mire el reloj eran ya las siete de la noche, un tanto preocupada no sabía si continuar o regresar al principio desde donde partió mi espera, otra vez tenía media hora de retraso, cuando de pronto sentí que las manos se alguien estaban sobre mis ojos, al voltear me abrazo fuertemente y con un beso muy tierno me hizo saber que nuevamente estabas ahí, a mi lado.