dejavu

19 jul 2010

SoLeDaD

Martes once y treinta de la noche, todo se veía tan desolado y oscuro en las calles miraflorinas como de costumbre, incluso para soledad ella que sabía el recorrido de memoria. Cada vez que regresaba eran casi ya las 4 de la mañana pero ya sentía el alba con el viento en su rostro, agotada física y mentalmente, nunca comprendió como es que al final termino en ese trabajo un poco inmoral y para otros vergonzoso, y lo peor de todo es que termino por darle la razón a su madre, quien a menudo solía decirle “solo sabes abrirte de piernas, quizá de eso sobrevivas algún día” palabras que nunca logro sacar de su mente. Al principio fue por necesidad y ella lo sabía, pero por un problema u otro siempre la sacaban de los trabajos y finalmente pensó que quizá su destino fuera ese, se rindió y simplemente se resigno a esa vida.

Después de las largas horas de trabajo le gustaba caminar para llegar a casa a pesar de sentirse agotada y de algunas veces aguantar borrachos, bocas malolientes, olores nauseabundos de los clientes del night club “Las Cucardas” donde ella trabajaba desde hace 2 años, estaba un poco aburrida de su vida en ese lugar pero al llegar a casa y ver a sus 3 hermanos se conmovía y le preocupaba que si no conseguía otro trabajo y en otro lugar de que vivirían, siempre soñó con ser una pintora pero sus sueños terminaron el día que su padre se fue y las abandono, quizá desde ahí empezarían sus desgracias ya que su madre siempre andaba de mal humor y solía discutir con ella, pues decía a menudo que ella era la culpable de todo quizá hubiese sido mejor que abortara, es así que desde sus 10 años comprendió que su gran error había sido el nacer, no había día que no discutieran, tu siempre fuiste mi maldición y por eso te quedaras sola y te abandonaran así como yo, le decía con frecuencia, y por eso le puso de nombre soledad.

Señorita, ¡cuidado! – habló un policía - mientras soledad cruzaba la pista sin darse cuenta de los semáforos, se había hundido tanto en los recuerdos que perdió el sentido de la realidad.

Llego a casa y sus hermanos estaba alistándose para ir a la escuela, mientras ella se cambiaba y decidía descansar un poco, sentía que los recuerdos estaban más vivos que de costumbre, recordaba como a sus 16 años, por culpa de un cáncer su madre había muerto, aunque al principio pareció alegrarle la noticia pues se sentía libre y capaz de dirigir su vida, significar hacer lo que ella quisiera y seguir su sueño, momentos después se dio cuenta de que lo que se venía era peor no solo por que se encargaría de tomar sus propias decisiones sino que ahora estaban en sus manos la vida de sus hermanos, es así que se propuso trataría de mejorar las cosas para ellos.

Después de trabajar de camarera en un hotel y no lograr grandes propinas, más bien que la acusaran de robarse un reloj, trabajo de mesera sin ganar gran sueldo y suficiente para vivir, quiso buscar otro trabajo para limpieza, es ahí donde conoció Alejandro un tipo apuesto, alto y muy simpático que supo envolverla fácilmente y en poco tiempo empezó a tratarla como su madre, la maltrataba física y psicológicamente hasta que un día quiso hacerlo con su hermanita menor, lo que no permitió soledad y en ese momento decidió dejarlo y nunca más volvió a verlo.

En esa época había dejado de ser una jovencita y los golpes de la vida la habían hecho madurar, pero no lo suficiente para una nueva decepción, se dejo llevar del romanticismo de cualquier señorita que piensa encontrar en el príncipe azul, y se enamoro perdidamente de Rodrigo un administrador de profesión, persona muy sencilla y amable con su familia, todo empezó lindo la trataba como una reina incluso le pidió que dejara de trabajar, se sentía cautivada con regalos y detalles, de vez en cuando frecuentaban un bar, cosa que se fue haciendo costumbre hasta que luego se entero que él era administrador de ese lugar, lo que hizo más fácil que la involucrarla ahí, pocos meses después se convirtió en una bailarina de ese bar y posteriormente al darse cuenta de sus verdaderas intenciones de que se convirtiera en “dama de compañía” quiso dejarlo y volver al lugar sin embargo se dejo convencer y tiempo después el termino por dejarla, luego al no encontrar algo rentable y la necesidad de mantener a su familia hizo que entrara en este mundo donde después no supo encontrar la salida.

El despertador sonó y eran ya la una de la tarde, se levanto y preparo un poco de comida y llegaron sus hermanos para almorzar, después se fue acostar tratando de dormir, sin embargo, sucedió algo extraño en el momento en que pretendía cerrar los ojos se le parecía un tipo que ella creía conocer, pero no sabía de dónde, así que sin prestar más atención se quedo dormida.

En el trabajo todo seguía igual, los clientes cada vez más exigentes y molestosos, borrachos y sin buenas propinas y que podía esperar de un lugar como ese, quizá solo sacar dinero para seguir sobreviviendo. De pronto sonó la campanilla, como de costumbre era una cliente mas, uno de esos apestosos como solía decir, en seguida se arreglo y tocaron a puerta, ella con su habitual recibimiento abrió la puerta y la sorpresa fue grande, en frente de ella estaba un chico no muy alto, delgado, cabello oscuro, cejas pobladas, con semblante triste, ojos brillantes y claros, con una sonrisa tímida y coqueta, le dijo Ud. es la señorita Carola, a lo que ella respondió sin salir de su asombro, era aquel chico con el que soñó el otro día casualmente, no entendía que hacía en ese lugar. Aunque después de recordar rápidamente quizá lo recordaba porque lo había visto ahí en el nigth club antes, pero lo que no lograba entender era porque lo había soñado.